Los coches tienen una vida útil a veces muy larga, otras no tanto a causa de accidentes que obligan a las compañías de seguros a declararlos siniestro. Cuando la vida del vehículo ha llegado a su fin, por el motivo que sea, hay que deshacerse de él y parece una labor complicada, pero realmente no lo es. El destino de un coche para desguace debe ser siempre un lugar especializado en su recepción y tratamiento. Y aunque hay muchos, no todos los desguaces son iguales.
Hay varias vías para que los vehículos lleguen a estos lugares especializados. Una de ellas es que sea el propietario el que lo lleve y otra es que tras ponerse en contacto con el desguace sea él el que se haga cargo, recogiéndolo en el lugar donde se encuentre y realizando todos los trámites para darlo de baja en la Dirección General de Tráfico. Esa es la gran diferencia, que no todos los desguaces prestan este último servicio.
Solución necesaria
Lo que nunca se puede hacer, bajo ningún concepto, es abandonar el vehículo. Si no se ha dado de baja, los impuestos y tasas seguirán llegando y habrá que pagarlos. Y aunque la baja se haya tramitado, la persona que abandone un vehículo en la vía pública se expone a ser sancionado por ello.
Por eso lo mejor es siempre buscar un desguace. Y lo es por otros motivos, uno muy importante es que si el vehículo aún está en condiciones pueden pagar algo por él. Tal vez no sea una cantidad elevada, pero siempre atractiva. Y hay desguaces en los que incluso, se puede obtener una tasación aproximada a través de sus páginas web.
Merece la pena, en definitiva, dedicar un poco de tiempo para buscar un establecimiento especializado al que llevar nuestro coche para desguace. Será más cómodo, rápido y evitará muchos problemas.